viernes, 12 de diciembre de 2014

En libertad

Hacía un calor apestoso, un calor típico de Chicago, un calor de conventillo, un calor de prostíbulo. Viscosas gotas de sudor se mezclaban en sus cuerpos. Él se apartó de la mujer. No porque pensara que estaría más fresco, pues toda la cama estaba humeando, sino porque al terminar siempre se desesperaba por un cigarrillo.
Prendió uno para ella y se lo puso en la boca embadurnada de rouge.
—¡Vaya! —exclamó ella.
—Calor, ¿verdad?
—No me refería eso. ¿Cuánto hace que no estabas con una mujer, cariño?
Rodando un costado, él se apoyo en el codo, tratando de despegar el cuerpo del calor de las sábanas húmedas. ¿Cuánto tiempo? Cuatro años, diez meses y once días, y un par de días atrás también habría calculado cuántas horas, pero eso era un par de días atrás.

(Bruce Elliott, Uno es un número solitario, Buenos Aires, La Bestia Equilátera, 2014, pág 9)


No hay comentarios:

Publicar un comentario