viernes, 21 de noviembre de 2014

Un tipo difícil

Lo primero que hice a la mañana siguiente, después del desayuno, fue ir a la central de Policía de Midtown Norte, en la Calle 54 Oeste. Pesqué a Joe Durkin, sentado a su escritorio, y él me tomó de sorpresa al felicitarme por mi aspecto.
—Te estas vistiendo mejor últimamente —dijo—. Creo que es obra de esa mujer. Elaine, ¿verdad?
—Así es.
—Bueno, creo que es una buena influencia para ti.
—Estoy seguro de que lo es —dije—. Pero ¿de qué mierda hablas?
—Llevas un saco muy lindo, eso es todo.
—¿Este blazer? Debe de tener diez años.
—Bueno, nunca te lo pones.
—Lo uso todo el tiempo.
—Tal vez sea la corbata.
—¿Qué tiene de especial la corbata?
—Dios —dijo—. ¿Te dijo alguien alguna vez que eres un hijo de puta difícil? Te digo que se te ve bien y al minuto siguiente estoy en el puto banquillo de los testigos. ¿Qué tal si empezamos de nuevo? «Hola, Matt. Es muy bueno verte. Se te ve como la mierda, siéntate.» ¿Está mejor así?
—Mucho mejor.
—Me alegro. Siéntate. ¿Qué te trae por aquí?

(Lawrence Block, Paseo entre las tumbas, Buenos Aires, Emecé, 1994, pág 76)

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