lunes, 10 de noviembre de 2014

Policías escritores

En la sala, las máquinas de escribir continuaron su parloteo.
—Muchachos, ¿estáis escribiendo libros o algo por el estilo? —preguntó Parker.
Ninguno de los dos le respondió.
—Uno de estos días voy a escribir un libro —aseguró Parker—. Muchos policías se dedican a escribir libros y ganan auténticas fortunas. Yo tengo muchas experiencias, podría escribir un libro sensacional.
Hawes alzó la vista un instante y luego se dedicó a rascarse la espalda. Estaba quemado por el sol y ligeramente despellejado. El lunes por la mañana había regresado de unas vacaciones de una semana en las Bermudas, pero aún tenía la piel del mismo color que el pelo. Era un hombre corpulento y pelirrojo, con un trazo blanco sobre la sien izquierda, donde había recibido un navajazo. Aún no le había dicho a Annie Robles que había pasado unas horas muy agradables con una chica a la que había conocido en la playa.
—Está ese tío de Los Ángeles, Wamburger, que fue policía —dijo Parker—, creo que en la División de Hollywood. Escribe esos famosos best-sellers, ¿no? Y también está ese otro tío, Kornitch, que también escribe de esas cosas y que fue poli en New York. Nadie que no haya sido policía puede escribir libros reales sobre la policía. Uno de estos días voy a escribir un jodido best-seller y después me iré al sur de Francia a vivir, en un velero. Y tendré un montón de chicas desnudas zambulléndose desde mi velero mientras yo no hago nada.
—Como ahora —dijo Brown.

(Ed McBain, Trampas, Barcelona, Ediciones B, 1987, pág 12)


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