martes, 4 de noviembre de 2014

Mientras Isola duerme

Trampas, Ed McBain

Ed McBain —que es uno de los varios seudónimos de Evan Hunter, nombre elegido legalmente para reemplazar el Salvatore Lombino de nacimiento—, es un autor de tal importancia para el género negro de la segunda mitad del siglo XX que no puede estar ausente en un blog como este. Como Leonard, como Block, como Westlake: todos hijos de los Padres Fundadores, han contribuido a moldear, alimentar y difundir el género tal como hoy lo conocemos (como todo el mundo, yo también tengo mis teorías acerca del aporte de cada una de estas “generaciones” de autores). Y como Ed McBain merece un lugar destacado, va este comentario de una de sus novelas, Trampas, para que se haga justicia.

Trampas es una novela de la llamada serie del Distrito 87 (o Precinto 87, según la traducción). Precisamente, es la número 40 de un total de 54 novelas ­—sí, sí: leyeron bien— dedicadas a la comisaría de la ficticia ciudad de Isola. Si bien McBain escribió muchas otras novelas, relatos y guiones de cine —entre ellos el de Pájaros, la de Hitchcock—, la serie del Distrito 87 es la que le dio fama. Por ella se lo considera el inventor del “procedural”, la novela negra de procedimiento policial, subgénero después visitado por muchos, entre ellos Wambaugh (*) o, más recientemente, Connelly.

Las tres historias de Trampas transcurren durante una noche de Halloween a mitad de los años ochenta. Un mago termina una actuación en una escuela y desaparece. Pero sólo por un rato: esa misma noche, partes de su cuerpo comienzan a aparecer por toda la ciudad. Hubiera sido bueno como truco, pero es más bien un asesinato con descuartizamiento. La congoja de la viuda y la desaparición del joven asistente del mago despiertan sospechas en Brown y Hawes. Por otra parte, una banda de niños aprovecha el tradicional “dulce o truco” para asaltar licorerías a lo largo de la ciudad. Mientras la violencia de los atracos aumenta, Carella y Meyer tardan en darse cuenta de que se trata de una banda de enanos. Por último, Eileen Burke —una de las pocas mujeres de la comisaría— trabaja encubierta en la peligrosa Canal Zone, para tenderle una trampa a un asesino serial de prostitutas.

Como las otras que he leído de esta serie —que fueron varias, pero no todas, lo que indica que se pueden leer de manera independiente­— Trampas también es una lectura entretenidísima. Son algo más de 200 páginas de pura acción, con los ingredientes típicos de la serie: varias tramas entrelazadas en un corto período de tiempo; la ciudad como protagonista —Isola es Manhattan, y hay nombres ficticios para los otros cuatro boroughs de la Gran Manzana—; el trabajo en equipo en la comisaría; la humanidad de estos policías “idealistas” —tal como él mismo los ha llamado—. Todos elementos que le dan a la historia una velocidad, un ritmo, un lenguaje propio de las series televisivas de los ochenta.

Hay dos elementos interesantes en este autor, para observar con mucha atención. El primero, la precisión en el “montaje” de las escenas en cada capítulo: cómo logra, eligiendo el momento exacto en el que “cortar”, que el lector siga saltando de una historia a la otra sin perder un gramo de interés. Bien cinematográfico. El segundo, los diálogos (¡cuándo no!), en especial aquellos en los que aparecen involucrados más de dos interlocutores: el oficio de McBain hace que todo lo que se dice, y quien lo dice, quede perfectamente claro para el lector. Pero no se detiene ahí. McBain parece ser un especialista en conversaciones simultáneas, paralelas y desconectadas entre sí. Como las que podrían escucharse en, pongamos, una oficina de detectives entrevistando a testigos o hablando por teléfono. Por sí solo, este “ruido ambiente” es una gran idea. Pero en manos de un maestro como el amigo Ed, resulta un golpe de realismo fenomenal que planta al lector en medio de la acción.

Mi humilde consejo es que no dejes pasar estas Trampas. Ya sea que busques entretenimiento, o que busques “trampas” para mejorar tu escritura, el creador de Steve Carella y sus colegas no te va a defraudar.

Traducción: Gerardo di Masso

6/14


(*): autor al que McBain admiraba, y al que homenajea en una escena de Trampas.

Seguí pinchando: además de ser buenas muestras de "procedimiento policial" son muy buenas novelas esta de Wambaugh o cualquiera de las de Harry Bosch, el personaje creado por Connelly. Date una vuelta y conocelas.

4 comentarios:

  1. Mc Bain ocupa un lugar importante en mi biblioteca y es un referente constante en mis intentos torpes de escritura. Nunca había leído una reseña tan precisa y lograda sobre él y sus policías. Mi corazón te agradece! (si este comentario se repite, será por la maldición de los motores virtuales o no sé).

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    1. ¡Gracias por tu visita, Caótica! Me alegra que te haya gustado la reseña. Era una deuda que tenía con un grande de verdad.
      Muchas gracias por tus palabras.

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  2. Gran y esclarecedor comentario. Hace tiempo que estoy sobre la pista de McBain. Ahora se lo ha vuelto a editar por RBA, pero hacía bastante que no ocurría. Estoy intentando recopilar sus traducciones de la serie del Distrito 87 para hacer una lectura de la misma. Gran comentario, repito.

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    1. Gracias por tu lectura, Anders.
      Sí, he visto las reediciones de RBA. A pesar de que rara vez estas novedades llegan a Buenos Aires, no dejan de ser una gran noticia, pues la única forma de conseguir algo era en las mesas de usados. Ojalá puedas ahora encarar esa relectura de la serie.
      Un abrazo,

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