sábado, 22 de noviembre de 2014

De yonquis y borrachos II (o las lecturas de Jack Taylor)

—¿Kenan no los tiene en la caja de seguridad?
—Es probable que mucho más que eso, pero no puedo meterme allí. No se le da a un drogadicto la combinación de una caja, ni siquiera si es tu hermano. No, a menos que estés loco.
No dije nada.
—No me amarga —añadió—. Sólo estoy señalando un hecho. No hay ninguna razón en el mundo para que yo tenga la combinación de la caja. Tengo que decirte que me alegro de no tenerla. No me la confiaría a mí mismo.
—Estás limpio y sobrio, ahora, Pete. ¿Cuánto hace? ¿Un año y medio?
—Todavía soy borracho y drogadicto, viejo. ¿Conoces la diferencia entre los dos? Un borracho te robaría la billetera.
—¿Y un drogadicto?
—Ah, un drogadicto también te la robaría. Y luego te ayudaría a buscarla.

(Lawrence Block, Paseo entre las tumbas, Buenos Aires, Emecé, 1994, pág 138)


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