Cuchillada en la oscuridad,
Lawrence Block
Siempre se dice que en la novela negra la trama no suele
ser lo más importante. Que, a menudo, lo que la novela negra tiene para decir
lo dice por afuera de una trama. Esto
no es tan cierto en aquellas obras más cercanas al whodunit o al “quién-lo-hizo”, donde sí, el entramado de sucesos
importa en la explicación del enigma. Sin embargo, en las novelas de Lawrence
Block que protagoniza Matthew Scudder, sólidas historias negras-con-enigma, la
trama y casi cualquier otra cosa son arrasadas por un vendaval poderoso: el
propio personaje de Matt Scudder.
El recuerdo que te quedará, lector, luego de leer cualquier
novela de esta serie tiene un nombre: Matthew Scudder.
Scudder es un expolicía de Nueva York. Abandonó el cuerpo luego
de participar de un tiroteo en el que una bala perdida mató a una niña. También
abandonó a su familia y se acercó al bourbon. Se alojó en un hotel en Midtown
Manhattan, y empezó a trabajar como detective sin licencia. “Hago favores a
amigos, y en compensación me dan dinero” es su forma de definirlo. Y mientras
los hace patea los bares, tironeando con el alcohol, metiéndose en las iglesias siempre
a pensar, nunca a rezar. Este hombre reflexivo y tozudo y honesto y sediento de
justicia tiene un solo motor: la culpa. Culpa por Estrellita Rivera, la niña
aquella de la bala perdida.
En Cuchillada en la
oscuridad Scudder debe aclarar un asesinato sucedido nueve años antes. En
aquel entonces, al “asesino del piolet” había aterrorizado con sus crímenes a
todo Brooklyn. El tipo, recientemente detenido, confiesa todos los crímenes que
se le habían atribuido, menos uno. El de Barbara Ettinger. Y es el padre de
Barbara el que viene a ver a Matt con la pregunta: si no fue él, ¿quién mató a
mi hija?
Recorriendo medio Nueva York —cuyas calles son esencial
parte de cualquier historia de Scudder—, gastando monedas en los teléfonos
públicos, deslizando algún que otro billete entre sus viejos colegas, Matt
encontrará la explicación que finalmente dará la paz al señor Ettinger y al alma
de su hija. Pero no es eso lo que importa.
Lo que importa es Matthew Scudder.
Durante esta investigación él conoce a Janice. Se caen bien, y en poco tiempo terminan durmiendo juntos. No es que empiecen una relación ni nada, pero los une un vínculo muy poderoso: el alcohol. Y es ella, Janice, quien al final de la novela pondrá por primera vez —al menos por lo que recuerdo— a Scudder frente a su realidad de alcohólico. Desde luego, Matthew se escapa, se niega, pero ya no será el mismo.
Por desgracia, las novelas de Scudder no han recibido,
desde lo editorial, ni por asomo la consideración que se merecen. Se las ha
traducido y publicado sin ningún criterio lógico, y los lectores tenemos que
rastrearlas “como una cerda ciega” y leerlas en cualquier orden. Por eso, tal
vez te pase como a mí, que primero leí a un Scudder yendo a reuniones de
Alcohólicos Anónimos, y saliendo con Elaine, y recién ahora a este que, aun
perdiendo la batalla con el bourbon, todavía cree que “puede parar cuando
quiera”. Parece que RBA ahora está reeditando varias de las historias, no sé si
todas, no sé si en orden. En todo caso, eso es algo que pasa lejos, en España…
Lawrence Block es uno de esos autores en los que se
encuentran la escritura precisa, con la sequedad justa, los diálogos perfectos,
el personaje sólido, la trama que engancha. Que además ha escrito una pila de
libros (a la serie de Scudder se suman la del ladrón Rhodenbarr y la del
asesino Keller y la de Evan Tanner, y unos cuantos libros sobre escritura), lo
que lo convierte en un mainstream de
calidad como sólo suele darnos la literatura norteamericana. Un best seller a la altura de un Donald
Westlake, por nombrar a otro autor de su generación, que los lectores del
género en castellano no tenemos la suerte de disfrutar como deberíamos.
Que te quede claro: te va a ser difícil leer toda la serie
de Scudder, diseminada en distintas colecciones a lo largo de décadas, pero
creeme que cualquier esfuerzo que debas hacer será poco, y se verá recompensado
con la lectura de un autor extraordinario y un personaje que no se olvida.
Traducción: Jane Mary Hayes
5/14
Seguí
pinchando: no hay en el blog comentarios de otras novelas de Block. Ni de la
serie de Scudder, ni de la de Keller ni de la de Rhodenbarr: imperdonable. Por
eso, hoy te invito a que sigas pinchando por más info del personaje y el autor
en los excelentes blogs amigos de Alice Silver, Mis detectives favoritos, o en
el de Aramys, Viaje alrededor de una mesa, que saben mucho, pero mucho.
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