sábado, 16 de agosto de 2014

Como una cerda ciega

En la biblioteca saqué la misma guía Polk para Brooklyn que había usado antes. Esta vez busqué otro edificio en la calle Wyckoff. Entonces tenía cuatro apartamentos, y uno de ellos lo alquilaban el señor y la señora Edward Corwin.
Me dio una manera de pasar la tarde. En un bar en la 41 y Madison pedí un café y una copa de bourbon para mezclar y cambié un dólar por monedas de 10 centavos. Empecé con la guía de Manhattan, donde encontré Edward Corwin, un E. Corwin, un E. J. Corwin y un E. V. Corwin. Cuando ninguno de ellos dio resultados usé Información, pidiendo las listas en Brooklyn primero, luego Queens, el Bronx y Staten Island. Algunos de los números que marqué comunicaban, y tuve que intentarlo cuatro o cinco veces antes de hablar. Otros no contestaron.
Acabé cogiendo más monedas de 10 centavos e intentando todos los J. Corwin en los cinco municipios. En algún punto de todo esto tomé una segunda taza de café con una segunda copa de bourbon. Usé un número considerable de monedas. Sin llegar a ningún sitio perceptible, pero la mayoría del trabajo investigativo es así. Si hociquea bastante, hasta una cerda ciega encuentra una bellota de vez en cuando. Según me dicen.

(Lawrence Block, Cuchillada en la oscuridad, Gijón, Júcar, 1991)


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