Galveston, Nic Pizzolatto
La aparición
de True Detective, serie sobre la que
ya se ha hablado mucho, tal vez demasiado, me golpeó de tal manera que quise
saber más sobre su autor, Nic Pizzolatto. No tenía esperanzas de encontrar
alguna obra suya traducida al castellano, y no la encontré. Sí pude conseguir
en inglés su primera novela, Galveston,
en formato e-book.
Roy
Cody, alias Big Country, es el narrador de la historia. Lo conocemos con 40
años, en 1987, saliendo del médico con un pésimo diagnóstico para sus pulmones.
Una muy mala noticia. Casi tan mala como enterarse de que su novia se está
acostando con su propio jefe, Stan Ptitko. Roy trabaja para Stan como matón
multipropósito: cobranzas, seguridad, esas cosas. Justo ese día, Stan le
encarga un trabajo, con la curiosa instrucción de que vaya a cumplirlo sin
llevar armas. Roy sospecha: va al lugar, pero con un par de fierros escondidos.
No se equivocaba: luego de un tiroteo en el que se carga a varios, salva la
vida y escapa. Se lleva unos papeles que parecen importantes. Y se lleva a Rocky, una prostituta adolescente que estaba
prisionera en el lugar. Huyen desde
Lousiana a Texas. En el camino pasan por la casa de Rocky —miseria extrema,
historial de abuso paterno— y la chica suma a Tiffany, su hermanita de apenas
tres años.
Escondidos
en un motel de muy mala muerte, en Galveston, Texas, lleno de perdedores de
todo tipo, Roy se debate entre abandonar a las chicas y seguir su (corta) vida
solo, o entregarse a la mirada dulce de la pequeña Tiffany y pelear un poco más
para torcerle el brazo al destino. En esos días cae en la tentación de visitar
a su exmujer, nueva y felizmente casada, solo para que ella le eche en cara la
clase de basura que él siempre fue. Entonces Roy decide redimirse. Con
información que surge de aquellos papeles robados intenta un chantaje a Stan
para dejarles algo a las chicas antes de pasar a mejor vida. La operación
termina de la peor manera para Rocky y para Roy.
El
narrador Roy cuenta todo esto veinte años más tarde. Por lo visto, ha
sobrevivido al cáncer, al alcohol y a una condena en la prisión de Angola. Vive
con su perro, en la isla de Galveston, entre viejos borrachos como él y pescadores
de cangrejos que esperan la furia del huracán Ike. Y se entera de que alguien
lo está buscando. No tarda en confirmar que es aquella violenta historia la que
vuelve a saltarle a la cara.
Desde
lo estilístico hay que decir que Galveston
es una historia muy bien escrita. Al menos, es lo que me pareció al leerla
en su idioma original (quisiera ver lo que un buen traductor sería capaz de
hacer con ella). Su prosa es pulida, de bellas descripciones, al estilo de
James Lee Burke y James Sallis, quienes, casualmente o no, son vecinos
geográficos de Pizzolatto (y vecinos en el estante del southern noir). Sin embargo, se nota que es la primera novela del
joven Nic. Manchada con los lugares comunes de la trampa, la fuga, la
prostituta virginal, rescatada de su vida tortuosa, etc., la historia se hamaca
entre el relato negro duro de la huida, y la historia de redención de Roy Cody.
Por suerte, Nic no va al fondo, y hay algunos clichés que nos ahorra (por
ejemplo, Roy no se enamora ni reafirma su virilidad madura acostándose con la
joven Rocky). Pero aspectos buenos también hay varios. Los diálogos, pura
escuela norteamericana. La voz de Cody está bien lograda, al igual que la
construcción de los personajes del motel en el que paran los fugitivos. Esa
fauna de desclasados que integran las hermanas solteronas, el extraño
matrimonio de Nancy —dueña del establecimiento y ya de vuelta de todo— y su
exmarido Lance —que, aunque ex, vive ahí y hace desayunos a la parrilla para
todos—, el ladrón y chantajista novato Tray, son una comunidad hermanada por la
falta de horizontes, último refugio en el que brillan chispas de algo parecido
al amor. Ellos, y la omnipresencia del paisaje desolado, de rutas ardientes y
refinerías petroleras que brillan en la noche del Golfo son lo mejor de la
novela.
Galveston es una historia de huida y
redención. Aún con sus falencias de debut, deja vislumbrar la promesa de buen
autor que es Pizzolatto, y que ya comenzó a confirmar con la primera temporada
de su inolvidable serie (*).
4/14
(*):
hay quien ha encontrado en Galveston antecedentes
de algunos elementos otra vez presentes en True
Detective. El interesante artículo, acá.
Guiño:
hay un personaje secundario, un buen hombre que le dio trabajo al joven Roy, se
llama Harper Robicheaux. Podría ser el primo de Dave, el detective creado por
James Lee Burke, y que también anda por la zona. ¿Un homenaje a autor admirado?
Seguí
pinchando: Como se dijo más arriba, Nic Pizzolatto podría considerarse el primo
menor de “Los Tres Jaimes”, de quienes aquí hay reseñas publicadas: James Lee Burke, James Sallis (en especial la serie de Lew Griffin), James Crumley (y lo sumo a Daniel Woodrell, por qué no).
Date una vuelta por cualquiera de ellos.
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