miércoles, 21 de mayo de 2014

Huida al Golfo de los arruinados

Galveston, Nic Pizzolatto

La aparición de True Detective, serie sobre la que ya se ha hablado mucho, tal vez demasiado, me golpeó de tal manera que quise saber más sobre su autor, Nic Pizzolatto. No tenía esperanzas de encontrar alguna obra suya traducida al castellano, y no la encontré. Sí pude conseguir en inglés su primera novela, Galveston, en formato e-book.

Roy Cody, alias Big Country, es el narrador de la historia. Lo conocemos con 40 años, en 1987, saliendo del médico con un pésimo diagnóstico para sus pulmones. Una muy mala noticia. Casi tan mala como enterarse de que su novia se está acostando con su propio jefe, Stan Ptitko. Roy trabaja para Stan como matón multipropósito: cobranzas, seguridad, esas cosas. Justo ese día, Stan le encarga un trabajo, con la curiosa instrucción de que vaya a cumplirlo sin llevar armas. Roy sospecha: va al lugar, pero con un par de fierros escondidos. No se equivocaba: luego de un tiroteo en el que se carga a varios, salva la vida y escapa. Se lleva unos papeles que parecen importantes. Y se lleva a Rocky, una prostituta adolescente que estaba prisionera en el lugar. Huyen desde Lousiana a Texas. En el camino pasan por la casa de Rocky —miseria extrema, historial de abuso paterno— y la chica suma a Tiffany, su hermanita de apenas tres años.

Escondidos en un motel de muy mala muerte, en Galveston, Texas, lleno de perdedores de todo tipo, Roy se debate entre abandonar a las chicas y seguir su (corta) vida solo, o entregarse a la mirada dulce de la pequeña Tiffany y pelear un poco más para torcerle el brazo al destino. En esos días cae en la tentación de visitar a su exmujer, nueva y felizmente casada, solo para que ella le eche en cara la clase de basura que él siempre fue. Entonces Roy decide redimirse. Con información que surge de aquellos papeles robados intenta un chantaje a Stan para dejarles algo a las chicas antes de pasar a mejor vida. La operación termina de la peor manera para Rocky y para Roy.

El narrador Roy cuenta todo esto veinte años más tarde. Por lo visto, ha sobrevivido al cáncer, al alcohol y a una condena en la prisión de Angola. Vive con su perro, en la isla de Galveston, entre viejos borrachos como él y pescadores de cangrejos que esperan la furia del huracán Ike. Y se entera de que alguien lo está buscando. No tarda en confirmar que es aquella violenta historia la que vuelve a saltarle a la cara.

Desde lo estilístico hay que decir que Galveston es una historia muy bien escrita. Al menos, es lo que me pareció al leerla en su idioma original (quisiera ver lo que un buen traductor sería capaz de hacer con ella). Su prosa es pulida, de bellas descripciones, al estilo de James Lee Burke y James Sallis, quienes, casualmente o no, son vecinos geográficos de Pizzolatto (y vecinos en el estante del southern noir). Sin embargo, se nota que es la primera novela del joven Nic. Manchada con los lugares comunes de la trampa, la fuga, la prostituta virginal, rescatada de su vida tortuosa, etc., la historia se hamaca entre el relato negro duro de la huida, y la historia de redención de Roy Cody. Por suerte, Nic no va al fondo, y hay algunos clichés que nos ahorra (por ejemplo, Roy no se enamora ni reafirma su virilidad madura acostándose con la joven Rocky). Pero aspectos buenos también hay varios. Los diálogos, pura escuela norteamericana. La voz de Cody está bien lograda, al igual que la construcción de los personajes del motel en el que paran los fugitivos. Esa fauna de desclasados que integran las hermanas solteronas, el extraño matrimonio de Nancy —dueña del establecimiento y ya de vuelta de todo— y su exmarido Lance —que, aunque ex, vive ahí y hace desayunos a la parrilla para todos—, el ladrón y chantajista novato Tray, son una comunidad hermanada por la falta de horizontes, último refugio en el que brillan chispas de algo parecido al amor. Ellos, y la omnipresencia del paisaje desolado, de rutas ardientes y refinerías petroleras que brillan en la noche del Golfo son lo mejor de la novela.

Galveston es una historia de huida y redención. Aún con sus falencias de debut, deja vislumbrar la promesa de buen autor que es Pizzolatto, y que ya comenzó a confirmar con la primera temporada de su inolvidable serie (*).

4/14

(*): hay quien ha encontrado en Galveston antecedentes de algunos elementos otra vez presentes en True Detective. El interesante artículo, acá.

Guiño: hay un personaje secundario, un buen hombre que le dio trabajo al joven Roy, se llama Harper Robicheaux. Podría ser el primo de Dave, el detective creado por James Lee Burke, y que también anda por la zona. ¿Un homenaje a autor admirado?


Seguí pinchando: Como se dijo más arriba, Nic Pizzolatto podría considerarse el primo menor de “Los Tres Jaimes”, de quienes aquí hay reseñas publicadas: James Lee Burke, James Sallis (en especial la serie de Lew Griffin), James Crumley (y lo sumo a Daniel Woodrell, por qué no). Date una vuelta por cualquiera de ellos.

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