domingo, 22 de abril de 2012

Sí o no


La conversación prosiguió. Finalmente, el señor Carter dijo:
—Muy bien. Espere un momento. —Cubrió el auricular con la mano—. Quiere llamar a uno de los otros dos, a Florida. Después volverá a llamarnos.
Parker meneó la cabeza.
—En cuanto usted cuelgue enviará a un ejército. Lo haremos en una sola llamada.
El señor Carter transmitió esta información y después explicó a Parker:
—Dice que en ese caso la respuesta es no.
—Déjeme hablar con él.
—Quiere hablar con usted.
El señor Carter le alargó el auricular.
—¿Cuánto vale este Carter para usted? —preguntó Parker.
La voz que sonó junto a su oído era áspera e irritada.
—¿A qué se refiere?
—O me pagan o Carter es hombre muerto.
—No me gusta que me amenacen.
—Nadie lo hace. Si me dice usted que no, mataré a su señor Carter, y después iré a por usted. Dejaremos que su compañero de Florida decida. Y si dice que no, le mataré a usted y entonces le tocará el turno a él.
—¡No puede cargarse a toda la organización, maldito estúpido!
—Sí o no.
Parker esperó, sin mirar nada, oyendo únicamente el sonido de la respiración al otro lado de la línea. Al fin la voz enfadada dijo:
—Se arrepentirá. No podrá huir de nosotros.
—Sí o no.
—No.
—Espere un momento.
Parker dejó el auricular y dio la vuelta a la mesa. El señor Carter parpadeó y después se abalanzó hacia el cajón.
Logró abrirlo, pero Parker cogió la pistola antes que él.
El señor Carter se levantó rápidamente, tratando de ponerse a cubierto, y Parker le clavó el cañón en el vientre para amortiguar el sonido. Apretó el gatillo y el señor Carter se encogió sobre sí mismo, se deplomó primero sobre la butaca, se golpeó luego la cabeza contra la mesa y cayó, finalmente, al suelo. Parker dejó la pistola y cogió el teléfono.
—Muy bien —dijo—. Ya está muerto. Tengo su nombre y su número de teléfono. Dentro de cinco minutos tendré su dirección. Dentro de veinticuatro horas le tendré entre mis manos. Sí o no.
—¡Dentro de venticuatro horas estará muerto! Ningún hombre puede enfrentarse solo a la organización.
—Hasta la vista —se despidió Parker.

(Richard Stark, A quemarropa, Barcelona, RBA Libros, 2011, pg 157)

No hay comentarios:

Publicar un comentario