jueves, 18 de agosto de 2011

Una casa, una resaca

¿A mi casa? Mi casa es el condado de Moody, al sur de Texas, donde la pradera de tierra negruzca colisiona contra los cerros de caliche y los cortes zigzagueantes de los arroyos de la Brasada, región de zarzas y arbustos. Pero ya no voy nunca por allí. Mi casa es el apartamento de la margen oriental del río Hell Roaring, tres habitaciones en las que tengo que abrir armarios y cajones para asegurarme de que no me he confundido de sitio. ¿Mi casa? Podría ser un bar de motel a las once de una noche de domingo, durante un silencio compartido con la guapa camarera que me considera un individuo repulsivo, y algún gilipollas con cazadora de plástico que me toma por su compadre. Como le había dicho a Trahearne, el hogar es dondequiera que uno cuelga la resaca. Lo es al menos para gente como yo… algunas veces.

(C.W. Shugrue)

(James Crumley, El último buen beso, RBA Libros, 2011, pág. 171)


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