lunes, 22 de agosto de 2011

Cómo mata el viento norte

Luna caliente, Mempo Giardinelli

Un joven y promisorio abogado, con estudios doctorales realizados en Francia, regresa a su tierra natal, el Chaco. Es recibido con honores. Lo espera un futuro como funcionario público o como juez.

Un asesino escondido en una húmeda habitación del Hotel Guaraní, en Asunción. La culpa se le está volviendo paranoia y terror: sabe que de un momento a otro lo vendrán a buscar.

El primero y el segundo no son dos personajes distintos de Luna caliente, sino uno solo: Ramiro Bernárdez. Lo que media entre aquel brillante doctor y este fugitivo acorralado se llama Araceli, una niña de trece años que arrasó con todo, como un viento caliente del páramo chaqueño.

Luna caliente es una historia sórdida de sangre y erotismo, cuya oscuridad se ve potenciada por el ambiente ominoso de la dictadura, cuando los retenes militares en las rutas podían significar algo mucho peor que un control de documentación. Una historia cuyo disparador es, ni más ni menos, el deseo sexual de un adulto por una nena de trece años, que encima corresponde a ese deseo. Es un tema delicado si los hay, pero en la mano maestra de Giardinelli logra transmitir al lector la angustia, la desesperación y el dolor que provoca el deseo cuando es ingobernable.

Novela negrísima sobre las pasiones humanas y su potencial para trastornar los planes, las vidas, las almas, el mundo, Luna caliente debería ser considerada a estas alturas un clásico de la literatura de género negro escrita en Argentina. Con un registro estilístico perfecto —seco, filoso, frases cortas, diálogos precisos—, con la economía de recursos y la unidad de efecto que se espera de un cuento —no en vano, Giardinelli es considerado uno de nuestros mejores cuentistas vivos— esta nouvelle de poco más de 120 páginas, se lee de un tirón.

Un viaje estremecedor al Chaco de la dictadura, a los arroyos infestados de mosquitos en los que espera la muerte. Un viaje al sexo prohibido de Ramiro y Araceli.

Todos lugares tan calientes y húmedos como el mismísimo Infierno.

8/11

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