lunes, 11 de abril de 2011

Un paisaje y un villano inolvidable

Cielo rojo sobre Montana, James Lee Burke

Me acerqué a esta novela porque había leído qué clase de autor era James Lee Burke, y porque es raro encontrar novelas suyas en nuestras librerías. Y también porque, cuando la vi, estaba en el cajón de las ofertas. En efecto, resultó un muy buen negocio literario.

Billy Bob Holland es un abogado y ex Ranger de Texas. Una vez, durante un procedimiento anti narcóticos (¡qué denominación yanqui!) cometió un error que causó la muerte de su compañero L.Q. Navarro. Desde entonces, el fantasma de L.Q. lo visita cada tanto, y hablan y se aconsejan como los viejos amigos que son. Igual, a Billy Bob la culpa por aquel error lo consume.

En esta historia, Billy Bob viaja al Valle Bitterroot, en Montana, a ver a su amigo Tobin “Doc” Voss. Ex combatiente en Vietnam, con un pasado muy duro y violento, Doc parece haberse afincado como médico del lugar. Y como activo ecologista que es, lucha contra la industria minera que contamina los ríos con cianuro.

Cierto día unos moteros pesados y pasados de alcohol abusan de la hija de Voss. Voss, que sabe algo de eso de combatir, rompe unos cuantos huesos a varios de ellos. Ese hecho es prácticamente el disparador de la trama en la que se ve involucrado Billy Bob que, bastante violento también, se mete a ayudar a su amigo.

Animando las varias sub tramas, aparece una galería de personajes de lo más interesantes. Resulta que los moteros están por la zona como una especie de “fuerza de choque” que pretende disciplinar a los ecologistas. También están los ultraderechistas de Carl Hinkel, esos freaks de las milicias nacionalistas que se imparten entrenamiento militar en los bosques. Tras ellos aparece el FBI, que sospecha que pueden tener conexión con los atentados de Oklahoma City. Y no falta unos mafiosos italianos que vienen a cobrar una deuda que le dejó un tipo a su viuda. Y un excéntrico y liberal escritor y su mujer. Y un sheriff antipático pero que ostenta una adorable sabiduría pueblerina.

Pero realmente el personaje que quedará en la memoria del lector de esta novela es el malísimo Wyatt Dixon. Un ex convicto recién liberado que viene a vengarse de la muerte de su hermana –y de sus propios años a la sombra–, en la persona del abogado Billy Bob, responsable según él de ambos hechos. La violencia que despliega, su fisonomía, su historia en prisión, su homosexualidad carcelaria, son los elementos que utiliza Burke para construir un personaje de una carnadura memorable, que casi se come la novela. Dixon es un tipo que, invocando costumbres olvidadas en un pasado de verdaderos caballeros y virtuosas damas, te reta a duelo (lo que en el Universo Dixon significa que te va a cortar las pelotas, para empezar) porque no lo saludaste de la manera correcta. Y lo hace con un lenguaje civilizado pero a la vez tan cargado de violencia que resulta aterrorizante. Un personaje para recordar.

Burke es en cierto sentido un escritor atípico de novela negra. Como corrsponde, domina a la perfección el diálogo, lo que suma muchísimos puntos para la fluidez de la novela y para la construcción de los personajes. Pero a la vez también brilla por su lirismo, por la poesía con la que describe la belleza del paisaje, y sus contrastes con la soledad y la pobreza de ese estado despoblado y olvidado del noroeste. Su prosa me recordó al gran Cormac McCarthy.

Me dejó con ganas de leer alguna de sus otras (pocas) obras traducidas al español. Ya las voy a encontrar…

Traducción: Antonio Padilla

2/11

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